Mi máquina de coser, mi propio pequeño y modesto taller y un flujo pequeño pero constante de clientes buscando su vestido de bodas de enueño - que más puede pedir un hombre para ser feliz? A menos una gota de amor y ternura. Cuando esta chica delgada llegó a mi tienda, no imaginaba hasta donde llegaría. Cuando se midió el primer vsetido, me di cuenta de que en su caso, no serían necesarios tantos arruchados y adornos. Esta novia teniua que lucir como para yo tocar cualquier parte de su cuerpo con mi lengua. Que felicidad que ella estuvo de acuerdo!